Investigación Acción Participativa como instancia democrática, transformadora y emancipadora.


por: Huenupil Sebastián

Prof. Guía: Saúl Miranda Ramos
Universidad Católica de Temuco


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La IAP está compuesta por tres consignas fundamentales: la investigación, la acción y la participación. Cada una forma parte de un proceso que define a la IAP por tener un carácter dialógico que combina una razón instrumental con la razón de lo cotidiano, el corazón y las experiencias de las personas pertenecientes a un espacio determinado. Se promueve la adquisición de un conocimiento (desde abajo) que se utiliza para la puesta en marcha de los intereses de las y los oprimidos a fin que en el espacio comunitario se impulsen medidas autogestoras, de apropiación de sus conocimientos y capacidades tendientes al control operativo, lógico y crítico del espacio común al que pertenecen. La IAP promueve la adquisición de un conocimiento crítico a través de las diversas etapas que la componen que son de carácter democrático, transformador y emancipador.

Se entiende la IAP como un proceso dialógico. Es un proceso ya que este tipo de investigación está delimitada por etapas que, de igual forma, la definen como método; es dialógico por que invita al análisis a toda persona que forme parte de un espacio determinado, independiente de su grado de educación y posición social. De igual forma en la IAP se valorizan todos los puntos de vista como contribuciones al proceso.

El desarrollo investigativo de acción y de participación, como método, está dividido en cuatro etapas: Etapa 1. Definición de las temáticas y objetivos; Etapa 2. Determinación de líneas de acción; Etapa 3. Puesta a práctica del plan de acción; Etapa 4. Evaluación, síntesis y determinación de un nuevo ciclo. Es necesario aclarar que estas fases no son estáticas, esto significa que pueden variar en número y pueden re-vivenciarse durante el proceso investigativo. La primera etapa es posible gracias a un periodo de diagnóstico, el cual se define como el procedimiento por el cual se categorizan y se definen las preocupaciones y síntomas de los y las pobladoras de un espacio determinado. Este se desarrolla de forma participativa, es decir, cada actor social forma parte de la determinación, elaboración y utilización de las herramientas que sea necesario emplear; para ello se concertan espacios de apertura a los diversos puntos de vista que existan en el entorno. Se hace necesario por lo tanto definir ciertos lugares y horarios de encuentro para la discusión y preparación de lo anteriormente mencionado. Durante la etapa dos se deben materializar nuevos encuentros con las personas comprometidas para delimitar las acciones, las cuales se establecerán en el grupo según consenso. La decisión respecto a las acciones a realizar depende de la situación o problema que la comunidad precise resolver. En la etapa 3 se ejecuta el plan de acción previamente establecido; se comienza entonces con el trabajo que permitirá avanzar en las mejoras o cambios que sean necesarios. Durante la última etapa se realiza la reflexión sobre lo realizado, se elevan los informes y las conclusiones respectivas. La etapa de reflexión posee la particularidad de estar presente durante todo el proceso ya que permite estructurar informes respecto a las diversas etapas, manteniendo así a los sujetos investigadores (en este caso la comunidad en conjunto con los/as facilitadores/as) en constante atención sobre las decisiones y las acciones que se fueron ejecutando. Esta reflexión puede llevar a la determinación de nuevas necesidades o de nuevas praxis que faciliten un nuevo trabajo, caracterizando a esta modalidad de investigación como cíclica, que aumenta el poder y control de los/as sujetos en su espacio común.

La IAP es de carácter emancipador y democrático ya que considera a los y las participantes como sujetos, no objetos, donde la interacción sólo es posible por un proceso de conocimiento intersubjetivo. Se reconoce a los/as miembros del entorno como poseedores/as de saberes valiosos, como protagonistas tanto del aprendizaje como de las decisiones y con capacidades de fomentar cambios. Cada actor social se apropia de los discursos e ideas para participar en la toma de decisiones sobre las acciones por programar, realizar y/o reorientar a lo largo de la experiencia. Esto facilita un proceso de desalienación de las prácticas hegemónicas desde el cual adquieren un papel crítico que encausa la liberación de los/las individuos del estado de opresión. Se promueve entonces la problematización de lo cotidiano desde <<abajo>>. Es así como las preguntas de investigación son formuladas por las y los actores sociales. Ellos analizan y buscan las soluciones desde prácticas comprensivas, solidarias y democráticas muchas veces invisibilizadas por las desconfianzas generadas por el sometimiento del opresor. Por lo tanto la identificación de las necesidades sentidas por parte de la comunidad permite una conceptualización más auténtica de la realidad en base a términos que son comunes para los miembros dentro de un espacio determinado fomentando la participación en la búsqueda de soluciones democratizando el espacio y permitiendo avanzar en un proceso emancipatorio de las y los sujetos participantes.

El trabajar con las personas desde el reconocimiento de las subjetividades colectivas que existen dentro del espacio permite la apertura a diálogos transformadores y emancipadores. La subjetividad colectiva es lo que se define por la historicidad que existe en un espacio común, contiene alegrías y tristezas, confianzas y miedos. El facilitar este tipo de espacio de diálogo, mientras se visibilizan las capacidades y fortalezas (individuales y grupales), permite el desamarre de las ataduras que los y las mantienen oprimidos/as y en estado de alienación. En definitiva, para encausar el cambio o transformación hacia la des-alienación se hace necesaria la re-significación de las capacidades de las/os participantes en conjunto con la definición del rol que cumplirán en proyecto a realizar. En este sentido una de las labores del facilitador es la de potenciar la <<libre expresión>> planteando preguntas que favorezcan la reflexión crítica que poseen las y los actores sociales. Debido a la utilización de estas preguntas (a través de la mayéutica) se fomentan relaciones simétricas y democráticas, donde el/la otro/a es un otro/a yo, quebrando las relaciones tradicionales de dependencia, dominación y explotación.


Desde la IAP se entiende que el conocimiento para la transformación social no radica en la formación liberadora o emancipadora de la conciencia, sino en la práctica de esta conciencia. Todo proceso reflexivo genera conciencia en el sujeto, más aún si los proceso están enraizados en diálogos que desembocan en acciones colectivas. Conocimiento y acción se entretejen dentro de la realidad cotidiana para conformar propuestas viables que deben ser dirigidas por el facilitador desde, por ejemplo, el diálogo socrático –problematizar y consultar ¿por qué?; ¿para qué?; ¿para quienes?; etc.- para comprender antecedentes, causas, probabilidades, intereses y propósitos. Estas formas de dialogar permiten a los participantes poner en práctica sus capacidades de descubrir el mundo con una óptica crítica, que potencie y posibilite el desarrollo de habilidades de análisis que puedan ser aplicadas posteriormente en diversas situaciones.

La IAP es por tanto un proceso que abre el diálogo, donde los actores sociales son agentes activos y participativos en instancias democráticas en las que se fomenta un pensamiento crítico al momento de abordar las problemáticas y necesidades del entorno. Esto impulsa la emancipación de los sujetos de las ataduras mentales y materiales que los mantienen sumergidos en prácticas tendientes a la pasividad y la espera de la gestión externa. Es así que la transformación de la realidad social es lograda por el incremento de poder posible gracias a procesos democráticos de participación en base al diálogo. Esto devuelve la relevancia social perdida por la/el sujeto y las personas que la/lo rodean, siendo un cambio objetivo en relación a las formas de poder y dominación de los participantes. Por lo tanto son ellos quienes finalmente abren la ventana a la creación de nuevas oportunidades y recursos importantes en su cotidianidad, emancipándose nuevamente ya no sólo mental si no que, en cierta medida, materialmente.


Finalmente, la IAP es una herramienta social que permite nuevas formas de diálogo de carácter democrático en relación a los procesos de identificación de problemáticas y las acciones a realizar. Gracias a esta modalidad de investigación es que las y los miembros de los diversos espacios comunes pueden adquirir un rol activo al momento de enfrentar las dificultades del entorno, teniendo conocimiento de sus capacidades y fortalezas tanto individuales como grupales. La apertura de espacios democráticos, solidarios y comprensivos facilita que las personas transformen los modos de problematizar y accionar desde la aceptación del otro/a como un sujeto de conocimientos e historicidades valiosas que deben ser respetadas. Este carácter transformador se observa de igual manera al momento de re-conceptualizar el significado del investigador-investigado, educador-educando, priorizando la producción de conocimiento desde diálogos comunes participativos que son co-constructores de la realidad. Estas prácticas permiten el desarrollo de una visión crítica de las personas respecto a su realidad, transformándolas en sujetos activos/as, empoderadas/os permitiendo avanzar hacia su emancipación de las diversas instituciones y sujetos de poder.

Referencias

Balcazar, F. (2003). Investigación Acción Participativa: Aspectos conceptuales y dificultades de implementación. Fundamentos en Humanidades, (5)7-8, pp.59-77. Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/184/18400804.pdf

Marti, J. (s/f). La Investigación Acción Participativa. Estructuras y fases. Red Cimas. Recuperado de: http://www.redcimas.org/wordpress/wp-content/uploads/2012/08/m_JMarti_IAPFASES.pdf

Mercedes, A. (2011). Investigación Acción Participativa: una metodología integradora del conocimiento y la acción. Voces y silencios: Revistas Latinoamericana de Educación, (3)1, pp.102-115.


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