Saúl Miranda Ramos
Atemolon, Zacatipan,
Cuetzalan, Puebla, Marzo de 2015
Escribo este
texto en Atemolon, Zacatiapan en una de mis visitas rutinarias a los
Profesionales de Enseña por México. Llegué a esta comunidad con mucha alegría y
sintiéndome privilegiado de poder colaborar con esta comunidad, me alegra verme
rodeado de cerros verdes, ríos, cascadas, gente que habla Náhuatl, poder
saludarles en Náhuatl y charlar con ellas y ellos. Cuando llego a la comunidad
me percato de que mucha de la interacción y de la organización comunitaria
tiene un toque prehispánico. Luego reflexiono ¿Por qué llamarle pre-hispánico? Si
el arribo de los españoles a tierras mexicanas nos marcó de manera negativa (hablo
desde los pueblos indígenas porque soy parte de uno). Creo que es mejor decir
que la comunidad tiene una organización comunitaria muy Mexicana, muy Náhua y
me llena de orgullo que así sea aunque ello conlleve, como todo, pros y
contras.
Zacatipan es una
de las juntas auxiliares más lejanas del municipio de Cuetzalan, también ha
sido una de las de más difícil acceso. Recuerdo que cuando era niño, viajar “hasta”
Zacatipan era una gran travesía. Cuando íbamos a tocar con el grupo de música
tradicional “Los Consagrados”, las camionetas se descomponían en el camino y
mientras las arreglaban, bajábamos a cortar naranjas o mandarinas y a comerlas
mientras largas charlas teníamos. Hacíamos 4 horas desde el centro de
Cuetzalan. Me gustaba mucho ir. La gente de Zacatipan ha tenido que esperar
siglos para que llegaran servicios médicos o educativos (a colonizar, por
cierto). La mayoría de la gente habla Náhuatl. Hace un par de años, se
construyó por fin la carretera que comunica a Zacatipan con Cuetzalan y con el
Municipio de Tlatlauquitepec y el trayecto se redujo a una hora de camino. Dadas
estas condiciones, las comunidades de Zacatipan han conservado mucho de su
forma de vida comunitaria y Náhuatl.
Cuando visito
museos, me gusta mucho vincular lo que veo expuesto detrás de las vitrinas y lo
que veo y he visto a lo largo de mi vida en las comunidades indígenas. Veo
semejanzas y diferencias. Relaciono lo que hay en el museo con lo que veo en las
comunidades y encuentro mucho parecido con lo que veo día a día. También
encuentro en los discursos de los muesos la forma en la que muestran la cultura
Náhua como una cultura muerta, como en una historia muy, muy lejana; cuando yo
la siento muy viva y muy cercana. Dicen: “Miren, así vivían en el lejano pasado
los pueblos indígenas. Miren estas piezas descontextualizadas, miren estas
piezas a-históricas, miren estas piezas que no nos quieren decir nada”. Pues
con el mito del mestizaje, la evangelización, y la modernidad nos han querido
arrebatar ese vínculo entre el pasado que es presente. Cuando miro eso, pienso:
Así no es como vivían los pueblos Náhuas, así es como vivimos ahora en mi
pueblo.
Por ejemplo,
algunos libros de “historia” dicen: “En el pasado” los nahuas, sahumaban,
danzaban, usaban collares de flores, se daban baños en temazcal, hacían
ceremonias y ritos de la vida y de la muerte, hacían ceremonias alrededor del
fuego, en honor al viento, a la lluvia y a la tierra. Con mucho orgullo puedo
decir que los Náhuas de Cuetzalan continúamos haciendo estas ceremonias; muchas
veces ocultas detrás de ritos católicos (que ha sido una manera de poder
conservarlos sin que la “Santa” Inquisición hiciera de las suyas); otras, de
manera muy independiente y bastante reservada. Por otro lado dicen: tenían su
templo echo en piedra, donde vivía la clase noble y alrededor construían chozas
donde vivía el pueblo ¿Cuál fue mi sorpresa? Llegué al centro de Atemolon y vi
una base de piedra, con escaleras cual la pirámide de Yohualichan, arriba una
construcción a dos aguas… tan parecida a la que muestran algunos museos.
Alrededor casitas desde donde la gente se asoma a ver quién ha llegado. “Tanesik”
les saludo.
Desde los libros
y los museos, la historia pareciera inalcanzable pero también quebrada, pues en
algún lugar se desvinculó ese pasado con el presente. Así veía yo la historia
en mis tiempos de estudiante de Secundaria o Bachillerato. Después, al
sensibilizarme un poco más sobre los pueblos originarios, y sobre todo, al
valorar mis raíces más profundas, al hacerme consciente de que pertenezco a una
comunidad indígena puedo ver ahora el presente de las comunidades con una
historia muy cercana y coherente.
Me
he interesado por la historia de los Aztecas, Mexicas y Náhuas. Aprendí mucho
de mi abuela y también de los libros, los museos, de las historias de la gente,
de las comunidades. Cuando encuentro un libro o revista sobre comunidades
Náhuas me pregunto ¿Y ahora estos qué dicen de nosotros? También veo a muchos
mestizos hablando a nombre de nosotros los indígenas; además de sacarle partida
económica o académica. Son numerosos los libros escritos por no Náhuas, por
gente no indígena y muy pocas veces me encuentro con textos escritor por
indígenas como los producidos por la Red Interdisciplinaria de Investigadores
de los Pueblos Indios de México (Red IINPIM) http://www.investigadoresindigenas.org.mx/index.php.
Algo tenemos al respecto. Basta ya de que los No indígenas hablen y escriban
sobre nosotros: de que sigan explotándonos incluso con nuestro conocimiento y
saber.
Este texto lo
escribo desde la Primaria Indígena Multigrado de Atemolon, es una escuela
bilingüe que también es el centro de atención de la comunidad. Los niños y las
niñas llegan muy temprano a su escuela (40 min antes) incluso cuando los
maestros y maestras aún no llegan. En cuanto abren las puestas, los niños y
niñas entran corriendo, felices, y empiezan a jugar con los balones, a correr
por los patios, a leer en la biblioteca, a regar sus plantas, etc. es una
verdadera fiesta. Los lunes llegan con su traje tradicional, lo portan con
mucho orgullo, es tan natural para ellos usarlo. Mientras miro todo esto,
recuerdo cómo los mestizos del centro de Cuetzalan desprecian y explotan a
comunidades como Atemolon. Dicho sea de paso las universidades también lo hacen
al negar y anular todo tipo de conocimiento fuera de los cánones de la ciencia.
En comunidades
como Atemolon o como en Tzicuilan, podemos ver en sus festividades: a la fiscal
con su bastón de mando, podemos ver a la comunidad peregrinando con flores,
velas, copal, incensarios, velas y música; también podemos verle bailando
Xochipitzahuak como toda una gran ceremonia; se puede ver también danzando y
honrando al sol, a la naturaleza y a los animales; se puede ver a comunidades
valorando el saber y consejo de los ancianos; Además, festejando alrededor de
la comida; trabajando en comunidad por el agua, por la salud, por la tierra,
por los caminos… y muchas cosas más. Al escribir esto, recuerdo como muchos
antropólogos e historiadores cuentan esto como parte del pasado, yo lo veo muy
presente.
Que bueno que existan personas como usted que publiquen esto, aunque a los " catedráticos arqueólogos" no les guste y estén enmarañados en decir que nuestra cultura ha muerto, hoy por hoy esta más viva, sólo hay que buscarla en lugares como estos, por que esto es lo que nos dará dignidad como mexicanos. Tlazokamati...
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