por Nicol Gaete M.
Prof. Saúl Miranda Ramos
Universidad Católica de Temuco
La Animación Sociocultural es una metodología socioeducativa que
se caracteriza por su uso en la conformación de grupos, esto con la intención de fortalecer al finalizar el proceso, el trabajo autónomo, sin la
ayuda constante de algún profesional. El trabajo se realiza con grupos estables
y en procesos de definición y/o emprendimiento de nuevos lineamientos. El
propósito es que el grupo adquiera y fortalezca durante el proceso interventivo
las estrategias necesarias para que lo mencionado ocurra. La ASC promueve la
plena participación de la comunidad en todas las etapas de la intervención,
desde el análisis inicial, pasando por la planificación y acción hasta la
evaluación final.
La primera acción a realizar por
parte del interventor es el análisis inicial. En este momento, denominado Análisis
Participativo de la Realidad, se propone evaluar en conjunto el contexto en
el cual se encuentra la comunidad en relación al proyecto que tiene previsto
emprender o para evaluar la urgencia de
iniciar uno. El Análisis Participativo de la Realidad requiere el desarrollo de
diversas habilidades del animador/a y también de la comunidad. Las habilidades
del animador van orientadas al correcto apoyo del grupo en su proceso de
adquisición de autonomía; algunas de las habilidades son, por ejemplo, abrir
los espacios de diálogos de tal forma que todos quienes forman parte de la comunidad
puedan dar su punto de vista; hacer un análisis con detención de la comunidad,
para lograr apoyar de la mejor forma posible en las acciones que quieran
emprender y dar la orientación correcta cuando sea necesario, debe además ser
hábil en cuanto a teoría significa ya que de tener un gran repertorio de
técnicas para realizar el análisis inicial (y en sí el proceso en general)
aumentaría la posibilidad de obtener mayor información que contribuya a
agilizar y nutrir el proceso, es importante también que el animador haya
desarrollado la capacidad para extraer analizar y seleccionar información tanto
de contextos formales como informales. En cuanto a la comunidad se refiere es
durante el proceso de intervención que se van adquiriendo, descubriendo y puliendo
distintas habilidades que son fundamentales para que la acción que decidan
emprender resulte enriquecedora en aprendizajes y resultados; las habilidades
se relacionan con el desarrollo de la capacidad de auto-explorarse, esto con la
finalidad de que la comunidad busque, observe y analice cuales son los
recursos, de diversos tipos, con los que cuentan o podrían contar, que es lo
que no tiene y cómo perciben en general su situación actual; es relevante
además el desarrollo y/o fortalecimiento de la capacidad para trabajar en
equipo y todo lo que esto conlleva.
Una vez identificadas las
demandas, problemáticas y necesidades comienza la siguiente fase denominada
Planificación Participativa, al igual que en la fase anterior es de suma
importancia que la comunidad participe en la toma de decisiones sobre que se va
a planificar, cuál es la acción que se va a llevar a cabo y por qué. En la
planificación participativa su principal fortaleza se encuentra en el respeto
por lo que dicta la comunidad; existen dos instancias de planificación que debe
llevar a cabo el profesional. En primer lugar se encuentra la planificación
general, es decir la que contiene todas las estrategias y acciones que el
profesional llevará a cabo para acercarse a la realidad de la comunidad y generar
alianzas y posibles colaboradores. La segunda instancia de planificación es
específico, es el diseño del proyecto que fue elegido por la comunidad, y como
se trata de una planificación Participativa, esta segunda instancia se realiza
con la colaboración de la comunidad (de ser un número reducido de personas) o
por medio de representantes designados por el grupo para estos fines. La idea
es que aquí queden zanjadas temáticas como cuáles son los objetivos, que
acciones se van a realizar para conseguirlos y cuándo, que recursos se
necesitan y como se obtendrán, entre otras acciones.
Una vez que ya se ha
realizado colaborativamente y a consciencia la planificación se debe pasar a
la Acción Participativa, esta es de
lleno la ejecución del proyecto emprendido. En la Acción Participativa el
animador nunca debe suplir la iniciativa del grupo, debe apoyarla y orientarla
pero nunca buscar substituirla. La intención es que durante la ejecución del
proyecto cada integrante de la comunidad se sienta gratificado por el trabajo
individual que lleva a cabo y por el resultado que produce la suma de ellos. Es
durante este proceso que se pone en práctica las habilidades adquiridas por el
grupo hasta ahora y se aprenden otras necesarias para sortear cada paso. El
profesional debe cumplir un rol de apoyo y orientación para la comunidad pero
con vistas a que se desarrolle un trabajo más autónomo por parte de ellos.
Y por último se encuentra la
etapa denominada Evaluación Participativa, la idea de esta acción es que, al
ser participativa, todos quienes formaron parte, de alguna u otra forma, del
proyecto tengan la posibilidad de pronunciarse sobre él. Existe una equivoca
idea de que la evaluación como tal es un proceso que se realiza al finalizar el
proyecto emprendido. El valor de la evaluación participativa lo da su evolución
durante el proyecto a nivel objetivo y subjetivo. Durante el transcurso del
proyecto se puede realizar una evaluación sobre su avance en cuanto a la
planificación que se realizó (nivel objetivo) y en cuanto a cómo perciben los
participantes, colaboradores/as y/o beneficiarios/a el proceso desarrollado
hasta ese momento. El aporte que esto significa términos reales se relaciona
con, a nivel objetivo, poder acelerar, modificar o crear elementos o acciones que
nos ayuden a llevar a cabo la planificación realizada; y a nivel subjetivo para
conocer qué tan acertado fue emprender tal proyecto, analizando si ha tenido
hasta ahora el impacto esperado, si la comunidad ha logrado comprometerse y
hacer suyo el proyecto, entre otros análisis. Si en alguno de estos niveles no
se está cumpliendo lo designado y/o esperado por la comunidad siempre ellos
pueden modificar el proyecto o iniciar uno nuevo del que sí se sientan parte.
Para concluir este breve
ensayo sobre las etapas de la Animación Sociocultural cabe recalcar una vez más
que ésta promueve enérgicamente la participación de la comunidad en todas las
etapas de la intervención. Es una buena metodología para empoderar comunidades,
para entregar autonomía con herramientas y aprendizajes reales y sin quitar el
respaldo profesional que en algunas ocasiones
es necesario.
Referencias
Herrera Merchén, M. M. (2005). Desarrollo de Proyectos de Animación Sociocultural. Sevilla: Universidad Pablo de Olavide.
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