Métodos feministas y prácticas narrativas; orientaciones para la atención de mujeres sobrevivientes de violencia masculina

 Saúl Miranda Ramos
Universidad Autónoma de Barcelona
saulmirandaramos@gmail.com
 

Había escuchado que existen métodos feministas y aunque no entendía a profundidad de qué se tratan, en el Diplomado Internacional en Psicología Comunitaria de la Universidad Católica de Temuco aprendí desde la geografía el mapeo del cuerpo, el mapeo de la ciudad y de los lugares públicos donde se vive el acoso. Ahora, me he encontrado con el mapeo de  las prácticas narrativas enfocadas a la atención de mujeres sobrevivientes a violencias masculinas. Los mapas guían nuestra vida, nos orientan. Este mapeo narrativo puede brindarnos el norte, pueden guiar nuestras conversaciones para el abordaje de la violencia ejercida por hombres hacia las mujeres. Los puntos cardinales que nos ofrecen, y que revisaremos en adelante, son la escucha radical, la maximización de apoyos comunitarios, el cuestionamiento de creencias opresivas y la co-creacion de historias de vida, (Wood & Roche, 2001).

Se precisa recordar que las prácticas narrativas comparten con el feminismo el afán por no patologizar a las mujeres. Ya en la vida cotidiana muchas mujeres han tenido que lidiar con etiquetas que les sujetan y limitan el rango de actuación como para que, desde el intento de ayudar, se generen nuevos bloqueos al establecer y encerrar a las mujeres en más esquemas. También, se evita que las mujeres cuenten una y otra vez los sucesos traumáticos, pues re-victimiza a las mujeres; además que contar la experiencia una y otra vez no ayuda de mucho ni es necesario desde las prácticas narrativas. Algunas veces, cuando las y los profesionales piden hacerlo, lo hacen con cierta morbosidad para saber detalles de la violencia vivida. La atención a mujeres violentadas implica una actitud feminista con conciencia de género.

Se requiere, también, tener presente que en las relaciones de poder, entre varones y mujeres, como Michael Foucault lo señala, existe resistencia; y es esta resistencia la que importa pues abre puertas a la construcción de nuevas tramas narrativas. Las prácticas narrativas se centran en el engrosamiento de historias de resistencia en tanto excepcionalidades. En esta misma línea, las narrativas asumen que la realidad es una construcción social como Berger y Luckmann lo afirman en 1967; mientras que Weingarten muestra cómo ciertos significados son negociados, subyugados, excluidos, penalizados, trivializados para que unos sean mayormente representados discursivamente. Es así como la cultura patriarcal establece mayores valores a las características masculinas, y depreciado todo aquello que no es masculino.

Las prácticas narrativas reconocen el impacto de los discursos opresivos en la constitución de la realidad y de las identidades; buscan desenmascarar, a través de la deconstrucción, el cuestionamiento y las respuestas que se dan a los privilegios masculinos.

El trabajo narrativo identifica las historias interiorizadas y apropiadas de la cultura, en este caso de la cultura patriarcal; las cuestiona para encontrar espacios no historiados, busca la producción de tramas alternativas e identidades preferidas. El papel del diálogo en estos procesos es crucial. 

El primero de los puntos cardinales presentados es la escucha radical que implica escuchar sin anteponer principios, conceptos, etiquetas, diagnósticos, síntomas o categorías. Escuchar con conceptos prefabricados nos llevará a construir una historia pre-fabricada también. La escucha auténtica implica estar atento desde cero a lo que las mujeres dicen, aceptando respetuosamente. Para ello, escuchamos desde el vacío, desde la vacuidad, la escucha plena, vacía y abierta; desde una genuina curiosidad. Michael White y David Epston invitan a escuchar desde la ignorancia que como profesionales tenemos de la vida de la persona y desde el lugar de la persona como experta de su propia vida. En la conversación se busca detallar y aclarar las escenas para hacer vívido el relato. Escuchar usando un filtro de sistema de categorías, como el DSM-V, es un acto de poder. Desde los feminismos, no se tiene el interés de ejercer poder sobre las personas si no de gestionarlo para el desarrollo en equidad entre ambas partes.

En una conversación se busca que la comunicación no verbal favorezca la narrativa,  para animar a que las mujeres continúen contando la historia. Se invita a la mujer, o chica, a continuar elaborando la narrativa sin interrupciones haciendo entender sin el uso palabras que: -Estoy contigo, - estoy interesado en ti, - tu historia es muy importante para mí, -Yo si te creo. En las narrativas partimos de un trabajo social aliado a los feminismos, de corte comunitario, desde la cercanía y de compromiso con las causas de las mujeres.

Viene a continuación la escucha deconstructiva. Aquí se puede decantar la narrativa con preguntas que implican conocer la perspectiva de otro y así mostrar la construcción de tramas alternativas. Preguntas como  por ejemplo: Si la persona X hubiera visto esto, ¿Qué podría opinar? Así las mujeres sobrevivientes de violencia pueden darse cuenta de que su construcción no es la única sino una de tantas posibles. Así, la inclusión de otras perspectivas favorece el proceso de construcción de narrativas alternativas, que beneficiarán a las mujeres. Conforme las tramas alternativas van surgiendo, nuestro papel será solidario y tenderemos a  aprobar, afirmar, validar y crear alianza con las sobrevivientes de violencia. Así podremos ayudar en la mejora de la propia versión de autenticidad de las mujeres.

El segundo punto cardinal implica maximizar apoyos del entorno comunitario. La vida de las mujeres violentadas es lo más importante; se requiere salvaguardar la vida en primera instancia. Para ello se sugiere construir un plan de seguridad que la mujer llevará a cabo de manera inmediata. Si la violencia proviene de un varón del entorno inmediato como el esposo, los hijos, la pareja, el padre, o compañeros de trabajo, la violencia puede recurrir en cualquier momento y se prestará atención para que los efectos no dañen a la mujer sobreviviente.  Por tanto, el plan se puede desplegar de manera instantánea en el momento en que la violencia pudiera reaparecer. Acciones como tener un número telefónico al cual llamar para que vecinas, amigas o miembros de una asociación pudieran llegar al momento. Resguardar la vida de las mujeres que viven violencia nos permite apreciar la importancia de los refugios de mujeres.

Existen en los entornos comunitarios distintas organizaciones, instituciones, profesionales, personas comprometidas con las mujeres; se requiere ofrecer recursos que pudieran apoyarles como servicios legales que ofrecen instituciones gubernamentales, servicios de salud, educación o incluso espirituales o religiosos. También espacios de esparcimiento, o de cuidado de los hijos.

El apoyo social puede ser de gran soporte al conectar con otras mujeres que han sobrevivido a situaciones similares. Para fortalecer el entorno social de las mujeres sobreviviente de violencia, se le conecta con miembros de la comunidad a quienes pudiera recurrir en caso de necesitarlo. Incluso, se le puede incluir en algún grupo de ayuda mutua de mujeres que comparten que también han vivido violencia.

El tercer punto cardinal nos invita a deshacerse de creencias opresivas que rondan en las culturas patriarcales. Para ello entendemos que el discurso cultural puede ser internalizado  para después guiar y controlar las acciones de las mujeres.  El objetivo es señalar y re-politizar las creencias culturales internalizadas para cuestionarlas en tanto han sido asumidas como verdades absolutas que favorecen situaciones que perpetúan estas verdades. Para de-construir estas verdades, se utiliza la externalización que implica un proceso conversacional que separa al problema de la persona y les constituye como entes separados y libres entre sí. También se puede utilizar el cuestionamiento deconstructivo que implica vincular a la sobreviviente de violencia y las experiencias de abuso a un contexto social y político más grande. En este momento se requiere estar atento de ejecutar de manera paralela la escucha deconstructiva y el cuestionamiento de constructivo. Cuando la sobreviviente entiende que lo personal es explicado por lo político ellas también entienden que las violencias cometidas hacia ellas en sus hogares, en sus casas, en las calles y en sus trabajos son versiones locales de una opresión más grande; que son constructos que sirven para controlar a las mujeres.

El trabajo narrativo, ahora, nos lleva a la búsqueda de resistencias, de ideas desafiantes y de las formas en las que se ha respondido a las violencias. En los relatos que se escuchan vamos a ubicar los tiempos, las acciones y las identidades de la resistencia. Estos momentos de resistencia ofrecen oportunidades para que la sobreviviente empiece a desarrollar una historia alternativa sobre sí misma, que esté menos constreñida por hombres violentos y premisas culturales que producen culpas por lo que los hombres les hacen.

El cuarto punto nos acerca a co-crear y re-visar la propia historia con elementos que surgen de las excepcionalidades construidas y recentradas. Esta es una invitación a re-escribir la propia vida y a adquirir una identidad como autora de su propia vida. Con estas orientaciones es posible la aparición de nuevas tramas, nuevos puntos de vida, nuevas constelaciones al conectar de manera distinta a las estrellas, nuevas formas de entender la propia vida. Nuevas e inéditas identidades; nuevas e inéditas acciones transformarán la situación de violencia.   

En estas nuevas tramas nos detenemos a honrar el valor y el heroísmo con el que las mujeres ya cuentan al resistir a la violencia machista. Una mujer que resiste es heroica y el espacio narrativo permite reconocerlo. El proceso de engrosamiento de la trama alternativa naciente implica la búsqueda de antecedentes de resistencia. Las mujeres han sido heroicas en resistencia; ahora y también en el pasado. Buscar en el pasado permitirá encontrar un punto al cual unir el heroísmo actual para ser visto, no como algo singular, sino como algo que ha existido y hoy se refuerza. Así queda enraizado en el pasado, y el nuevo comportamiento o identidad ya no queda como vulnerable.

Las excepcionalidades pueden ser grabadas o escritas como una forma de honrar el heroísmo y su vinculación con hechos pasados para que quede registro concreto de esta nueva identidad que surge como un testimonio subjetivo. Otra forma de honrar es mediante la inclusión de testigos externos, es decir, un/a invitado/a de la sobreviviente de violencia significativo/a para ella. La persona testigo brinda apoyo a la mujeres sobrevivientes ya que legitima las nuevas identidades y acciones construidas. Para ello se preparan ceremonias de definición que refuerzan lo nuevo que se ha ganado, que tiene la dignidad para ser dicho, pintado, danzado, escrito, cantado, dramatizado; puesto en circulación.

Para atender los efectos de la violencia masculina debemos considerar, no solamente a las mujeres como individuos aislados y atomizados sino a la cultura, el poder, la política, la protesta, la resistencia y la crítica. De esta manera se pueden comprender las estructuras y sistemas sociales-patriarcales, dejamos de responsabilizar a las mujeres de la violencia y contribuimos en la construcción de una sociedad más justa. Las narrativas son una oportunidad de crear y recrear discursos y realidades que respondan a la violencia masculina; no solo para la liberación de las mujeres sino también en la liberación de los varones de su papel de victimarios. También pueden ser utilizadas para generar opciones de vida para los varones; opciones en las que el machismo no sea lo que les guie. Seguir estas recomendaciones puede favorecer no sólo a las mujeres sobrevivientes sino  también a los varones que también son oprimidos y dañados por el machismo.

Referencia

Wood, G. G., & Roche, S. E. (2001). Situations and Representations: Feminist Practice with Survivors of Male Violence. Families in Society: The Journal of Contemporary Social Services, 82(6), 583–590. https://doi.org/10.1606/1044-3894.163

 

 

 

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