Tiempos modernos que llevan a la crisis


Claudia Sepúlveda
Estudiante de Psicología
Universidad Católica de Temuco

Resultado de imagen para industria robots¿Cómo podemos interpretar los tiempos modernos? ¿Avances tecnológicos? ¿Mayor productividad? ¿Justicia social? Pues esto podría considerarse bueno ya que ayuda a mejorar nuestras ciudades y prestigio, pero ¿Qué precio se paga por ser “modernos”? Uno de los precios es la pérdida de independencia, a través de la explotación laboral en la fábrica que automatiza a los obreros convirtiéndoles en máquinas “eficientes” de trabajo; otra forma de perder la individualidad es que los jefes exigen un estatus igualitario a sus obreros por el cual trabajar, el cual es vigilado a través de la pantalla como si de una deidad se tratase, y desatan su privilegio de independencia de ser superior cada vez que uno de los cabos de la “máquina humana” se desvía de sus cabales. Otro precio a pagar seria la perdida de bienestar, donde el exceso de trabajo automatizado trae secuelas a la mente, desequilibrándola y generando reacciones inapropiadas tras esta sobrecarga de tareas, que terminan en un hospital psiquiátrico; y también entra la falta de oportunidades, donde quienes no poseen empleo viven en la carencia y provocan que los miembros de la familia debían sobrevivir en base a la caridad, o la sustracción de bienes ajenos. Y, por último, se paga con la marginalidad, donde los líderes sociales son vistos como agitadores, criminales que atentan contra lo establecido en esta sociedad, la ley de los poderosos, y son quienes merecen estar en la cárcel, o incluso morir; el ser un excluido social, tal como un “loco”, un presidiario, un huérfano, también está dentro de la marginalidad, y no reciben comprensión de la sociedad. Se puede concluir que los tiempos modernos realmente no traen gloria para todos, sino que solo para quienes poseen el suficiente poder y prestigio económico y social, como también para los que obedecen ciegamente las órdenes sin importar los problemas y sufrimientos ajenos. Para el resto de las personas que no entran en esos criterios, sólo es una crisis.


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