Saúl Miranda Ramos
Universidad Autónoma
de Barcelona
Cuando las personas cuentan
historias forjan una versión de sí mismas. Regularmente, se conectan ciertos
eventos que construyen una historia predominante de vida, la cual que rige; sin
embargo, se van dejando de lado otros eventos a los que se invisibiliza o se
les resta importancia. Como resultado se obtiene una identidad o una serie de
identidades que la persona asume.
En ocasiones, las realidades a
las cuales la persona enfrenta, esa identidad o serie de identidades no ayudan a
sentirse, pensar o desempeñarse como se desearía. Se genera una tensión entre
la persona y la realidad; una actualización de la propia historia contada y de
las identidades podría ayudar.
La construcción de identidades
puede ser vista como la unión de ciertos eventos en una trama narrativa desde
la cual las personas cuentan su propia historia. Las personas pueden contar
otras historias de sí mismas si conectan y reconectan con otros eventos que
habían sido dejados de lado; que ahí siempre han estado, pero que no se les
había tomado en cuenta para la construcción de la historia predominante. Al
conectarlos, las personas pueden construir nuevas tramas de sí; otras
historias, otras versiones, versiones nuevas, inéditas, alternativas y más
cercanas a lo que se desea ser y hacer. Cuando las personas se percatan que las
posibilidades son infinitas ya no están limitadas a las versiones iniciales de
sí. En este proceso, las personas eligen la versión que desean.
Conforme las historias personales
se actualizan, acciones congruentes a las nuevas historias se despliegan; más
agradables. Es hermoso ver, como las personas van generando aquello que desean,
se van liberando a la par que narran de sí. Las nuevas acciones aportan a las
nuevas identidades para construir nuevas historias desde un nuevo punto, desde
otro lugar.
La historia es vida, se mueve, se
construye, es plural, es verbo; se hace. Desde las prácticas narrativas
historiamos la vida de las personas, de la vida de las familias y las
conectamos con la vida de la comunidad, la sociedad, el país y el mundo; pues
no son aisladas. De las historias hay versiones, algunas más dominantes que
otras; con libertad, las personas eligen la que les va mejor. En nuestra
analogía narrativa, vivir es como escribir: podemos equivocarnos, borrar, leer,
editar, mejorar, actualizar, re-escribir para que nuestra historia sea leída,
contada y re-contada en la construcción de vidas más plenas.
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